miércoles, 13 de enero de 2010

Crítica de Adriana Derosa

"Nada de teatro"

El Teatro de la Universidad de Mar del Plata puso en escena “El miedo en tiempos de lluvia”, sobre textos de Bertolt Brecht, para contar el miedo como columna vertebral en una sociedad desintegrada. El miedo humano del que no se escapa nadie, teñido por acción de la sospecha.

“Nada de teatro”, es la frase con que los dos oficiales de la SA decoran la entrega de un cuerpo estéril, sellado en un féretro de zinc. “Nada de teatro”, dice el texto. Nada de sensiblería, nada de identificación con un héroe que haga saltar las lágrimas a los espectadores que crean por un momento que su historia es cierta. Nada de ese teatro. Ellos prohíben las demostraciones afectivas a los deudos, y la viuda obedece por miedo.

Se tata de una obra estructurada sobre ciertas escenas de “Terror y miserias del Tercer Reich”, la obra con la que Bertolt Brecht advertía a los espectadores qué era lo que estaba pasando en un país que le había dado a él la nacionalidad, y le daría el destierro. Terror y miseria, como una pareja de simultaneidades vinculadas causalmente, que se ven en la escena del dramaturgo, pionero en la demostración de una realidad fragmentaria. Hace todo lo posible por recordarle a su público que lo que está viendo no es cierto. El arte es una representación de la verdad mediatizada que servirá para tomar una posición crítica frente a lo que sucede. “Si el arte es bueno, siempre será entretenido”, dirá.

En este caso, la obra lleva el nombre de “El miedo en tiempos de lluvia”, y atiende especialmente a ese sentimiento dominante como eje de estructuración de unas formas de sociedad que resultan estar siempre “a punto de”, ¿a punto de qué? se preguntará el historiador. A punto de precisamente cualquier barbaridad. El miedo sostenido trae la desconfianza, que termina por aniquilar la red social.

Pero esta vez, la dirección de Antonio Mónaco ha acertado en seleccionar no sólo unos fragmentos, sino también una línea estética de sostén que permite ver a Brecht ochenta años después. Cuando el mundo es otro, y la sociedad, otra. El miedo de hoy sólo puede ser cubierto con ese manto de secreta piedad que despiertan los personajes que en otro tiempo sólo llamaban a la punzante crítica del dramaturgo alemán. La psicología ya ha hablado, y ya hemos comprendido que lo que es connatural al ser humano -aunque sea un sentimiento inducido- se nos hace francamente inevitable. No se puede ser más que humano. Ser ése que trata de sobreponerse al miedo, y de continuar su vida con el miedo como ladero inevitable.

De hecho, el profesor protagonista de la pieza continuó dando clases, a pesar del ambiente hostil de esta Alemania de la delación, que sería después el estigma de la crueldad.

Ya no hace falta que la puesta en escena brechtiana se declare rotundamente del lado de la ficción, no necesitamos que la parafernalia teatral chille y se vista de cartón pintado para sostener el extrañamiento. En el siglo XXI, estar viendo teatro independiente pone de pos sí al espectador en situación de extrañeza, nada se reconoce como conocido, no se pierde de vista la ficción. Porque el teatro independiente no puede sino sostener los principios brechtianos del antishow.

Más allá de esto, la estructura en dos niveles de acción colabora a apartarnos de la realidad tangible, ya que los fantasmas de los planos alternativos destrozan la sucesión temporal desde la reiteración y las grietas de la relación causa efecto, que sólo rige en el plano de los sucesos familiares de la escena central.

Sencilla de ver, como debía serlo. Difícil de desgranar, como era de esperarse. Una vez más, la dupla de actores paradigmáticos en la ciudad – Silvia de Urquía y el mismo Mónaco- da cátedra de teatro. Y cátedra también en su duro empecinamiento en pasarse la vida diciendo eso que quieren decir. Al mejor estilo Bertolt Brecht.


Adriana Derosa.
Periodista, crítica de espectáculos.

1 comentario:

  1. Tal cual!la vi el ultimo fin de semana. Soy Marta ,no me conece nadie, pero la critica es, vuelvo a decir tal cual. La obra es bien actual. que tenga suerte la universidad con este emprendimiento. Marta

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